lunes, 9 de junio de 2025

Cómo Maté a Mi Padre

 

Cómo Mate a Mi Padre

SinopsisCuando tenía once años, un sicario mató a mi padre. Yo era una niña que no imaginaba que algo así pudiera pasar. Pero pasó. Todavía me cuesta creer que apenas treinta y cinco gramos de acero y un gramo de pólvora hayan podido acabar con una familia.


Cuando Hector Abad Faciolince, autor de El olvido que seremos, leyó esta primera novela, decidió publicarla de inmediato; muy poco después Lumen se sumaría a su entusiasmo. Tras el éxito en Colombia y mientras Francia prepara su traducción, Cómo mate a mi padre llega a los lectores de ambos lados del océano como una de las revelaciones literarias de los últimos tiempos.







Ficha Técnica

País: Colombia.
Año: 2020
Genero: Novela Autobiográfica.
Subgénero: Drama, Critica, Reflexión.
Temas: Sicariato, Drogas, Familia.
Número de Libros: 1



Opinión Personal

Puntuación que le doy: 6/10
La recomiendo: Si
La volvería a leer: No
Reto desbloqueado: No Aplica.

Cómo maté a mi padre fue una lectura que llegó a mí por insistencia amorosa. Cada vez que compartía algo sobre mi papá y la relación tan particular que tuvimos, alguien me decía: “Tienes que leer este libro”. Las recomendaciones fueron tantas que las expectativas se formaron solas, y como suele ocurrir, quizás la anticipación influyó en cómo lo viví.

En lo técnico, no me identifico con narrativas tan contemporáneas ni con el uso intensivo del lenguaje coloquial; prefiero una prosa más neutra, más sobria. Sin embargo, entiendo que esta es una autobiografía, una catarsis profundamente personal, escrita para ser dicha y liberada. Y por eso, me acerqué a ella con respeto, consciente de que cada palabra escrita fue también un proceso para su autora.

No encontré conexión genuina con el duelo de la narradora, no porque no lo comprenda, sino porque nuestras pérdidas son diferentes. Su dolor es real, pero ocurrió en una etapa en la que su padre aún era un héroe, una figura elevada e idealizada por la infancia. En cambio, mi pérdida llegó cuando ya había recorrido con él muchos más caminos: era mi consejero, mi amigo, mi cómplice. Comparar dolores no es justo ni útil, pero sí puedo decir que nuestras vivencias se bifurcan lo suficiente como para no encontrarme reflejada en su duelo.

Aun así, la obra deja ver —aunque desde su única mirada y experiencia— cómo el dolor se acomoda como puede en cada cuerpo. El papel de la madre me pareció especialmente crudo y revelador. Ella no pudo detenerse a llorar o desmoronarse, tuvo que continuar. Como tantas mujeres, se volvió la estructura del hogar. Esto me hizo pensar en mi propia madre y su fortaleza silenciosa. Aunque ella tuvo el privilegio de vivir su duelo desde otro lugar, también le tocó desaprender una vida de a dos, para aprender una sola.

El título, sin embargo, me pareció más grande que la historia que contiene. Hay una sola línea que explica que escribió para “matar” a su padre, y aunque esa metáfora es válida como hija y como escritora, no encontré a lo largo del libro un contenido que realmente justificara el peso de esa afirmación. Quizá lo que mató fue la idea que tenía de la familia, o la imagen perfecta del padre, o la esperanza de una vida sin heridas. Eso sí lo entiendo. Porque la muerte no llega sola: llega con traumas, con replanteamientos, con silencios que no se saben llenar.

Leer Cómo maté a mi padre fue, más que nada, un ejercicio de respeto por la memoria y el dolor ajeno. Aunque no logré sentirlo mío, reconozco su valor. Porque, después de todo, escribir también es una forma de seguir vivos.


Angie W. Niconella



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